Medallas de Oro de Salamanca 2025: Intervención de la hematóloga María Victoria Mateos
Excelentísimo Señor Alcalde, Don Carlos García Carbayo,
Jurado de Honores y Distinciones del Ayuntamiento de Salamanca,
autoridades,
salmantinos y salmantinas,
amigos que habéis venido hoy a acompañarme:
Quiero agradecer, en primer lugar, al Excelentísimo Señor Alcalde de Salamanca por proponerme para recibir la Medalla de Oro de la ciudad y al Jurado de Honores y Distinciones del Ayuntamiento por su ratificación.
Quiero también felicitar a la Asociación de Amas de Casa, consumidores y usuarios por recibir también esta medalla de oro de la ciudad, asociación que lleva 53 años defendiendo todos nuestros derechos como consumidores y usuarios. Muchas felicidades.
Recibir la Medalla de Oro es un gran honor para mí. No solo por lo que representa, sino por quién lo otorga Salamanca, una ciudad que ha hecho del conocimiento, del pensamiento libre y del compromiso con las personas su razón de ser a lo largo de los siglos.
Salamanca es mucho más que un lugar de trabajo. Salamanca ha sabido siempre crear escuela, no solo transmitiendo conocimientos, sino generando una forma de hacer las cosas con rigor, con reflexión y con un profundo sentido de responsabilidad hacia la sociedad.
Y este espíritu ha guiado mi trayectoria y la de muchos profesionales formados en esta ciudad, que llevan a Salamanca como referencia allí donde desarrollan su labor.
En Hematología y Hemoterapia también existe la escuela de Salamanca, que se inició allá por finales de los años 60 con los Profesores Ríos y López Borrasca, que recibió también la medalla de oro de la ciudad de Salamanca en Junio del año 2006. Aunque la actividad en Hematología han existido siempre en Salamanca, fueron ellos probablemente los que iniciaron esta escuela poniendo juntas la investigación, la docencia y la asistencia clínica.
Esto, que ahora oímos como parte de la misión y visión de la mayoría de las instituciones, no creo que fuera habitual en aquellos años y, por eso, la trayectoria como escuela de Salamanca en Hematología es muy conocida y desde hace muchos años no solo en el territorio español, sino también fuera de España. Los pioneros expandieron la hematología fundamentalmente a Latinoamérica y los que hemos venido por detrás la hemos consolidado y llevado a otros países más allá de Latinoamérica.
Pero también traemos a hematólogos de todo el mundo a aprender Hematología a Salamanca, que hacen estancias aquí, o a reuniones que organizamos y…. por encima de todo, se van impresionados por la ciudad, su belleza, su gente, su gastronomía y casi siempre con Salamanca en la lista de ciudades que tienen que volver con la familia.
Pero esta escuela de Hematología tenía ya desde sus orígenes otros valores fundamentales, como la colaboración, la generosidad, el poner el paciente siempre en el centro, que se han ido transmitiendo de generación en generación, cómo ocurre en las mejores familias, y de lo cual me siento orgullosa.
Llegué a al Servicio de Hematología del Hospital Universitario de Salamanca en el año 1994 como residente de primer año de Hematología y Hemoterapia. Los años han ido pasando, y ahora ya me encuentro entre los miembros senior del Servicio por lo que mi papel es clave para la transmisión de estos valores. Y créanme que lo hago cada día con los estudiantes en la Facultad, con los residentes y con todos los hematólogos con los que trabajo en la Unidad de Mieloma, así como en la Unidad de Ensayos Clínicos.
Yo no estaría aquí recibiendo la Medalla de Oro de la ciudad de Salamanca si no fuera por la colaboración de todos los hematólogos del Servicio de Hematología de Salamanca, pero también de sus gestores, tanto a nivel local en el Hospital como a nivel regional en la Gerencia de Salud de Castilla y León, que nos apoyan para que podamos realizar investigación traslacional y clínica en el Hospital y por eso esta medalla les pertenece.
También le pertenece al Instituto Biosanitario de Salamanca, institución que se creó en el año 2011 en Salamanca, para crear un espacio que integra y coordina la investigación biosanitaria que se lleva a cabo en el Complejo Asistencial Universitario de Salamanca. Incluye áreas como la atención primaria y el Instituto de Biología Molecular y Celular del Cáncer, donde realizamos parte de nuestra investigación básica y, por tanto, esta medalla también le pertenece a ellos.
No puedo dejar de mencionar a la Universidad de Salamanca, que desde hace más de ocho siglos nos recuerda que investigar es una obligación ética cuando se tiene la oportunidad de hacerlo, y que formar a las nuevas generaciones es una de las mayores responsabilidades que podemos asumir.
Pero si hay alguien importante a quien pertenece esta medalla es a los pacientes y a sus familias, que nos enseñan cada día la importancia de la esperanza, la confianza y la resiliencia.
Por supuesto pertenece a mi familia, que hoy me acompañan aquí tanto mi marido y mis tres hijos, que me apoyan en todo y han aprendido, aunque haya sido por necesidad, que la calidad vale más que la cantidad. También a mis hermanos, que están hoy aquí y que, juntos, intentamos mantener la escuela de nuestros padres, que desafortunadamente ya no están, pero que esta medalla les pertenece en mayúsculas.
Para terminar, esta Medalla de Oro que hoy recibo de la ciudad de Salamanca, representada por su Ayuntamiento y por su alcalde, la interpreto no tanto como un reconocimiento individual, sino como un gesto de la ciudad hacia la sanidad, la ciencia y la investigación, pilares imprescindibles para el progreso y la cohesión social. Y lo hago con profundo agradecimiento.
Este reconocimiento es también un estímulo para mirar al futuro. Vivimos tiempos de avances científicos extraordinarios, pero también de grandes desafíos humanos y sociales. En este contexto, las ciudades que apuestan por el talento, por la igualdad de oportunidades y por la innovación responsable serán las que lideren el mañana. Estoy convencida de que Salamanca seguirá estando a la cabeza.
Y yo adquiero esta medalla con un profundo sentido de responsabilidad, con un compromiso renovado de seguir trabajando con rigor, con honestidad y con vocación de servicio. Como una forma de devolver a Salamanca todo lo que Salamanca me ha dado.
Que esta ciudad siga siendo faro de conocimiento, espacio de acogida y ejemplo de cómo el saber puede transformar vidas.
Que sepamos estar a la altura de la herencia que hemos recibido y de la que hoy somos responsables.
Muchas gracias por este honor inmenso.
Y gracias, de corazón, Salamanca.
